Cárceles y exilios (N. Sánchez Albornoz, Madrid: Anagrama [2012])
Por estas espléndidas memorias, que abordan el periodo comprendido entre 1936 y 1975, desfilan en diez apretados capítulos la actividad clandestina del autor en 1946, su paso por tres cárceles, su procesamiento en un peculiar consejo de guerra, su sonada fuga en 1948 del Destacamento Penal de Cuelgamuros y el exilio en Argentina, donde un obtuso golpe militar interrumpió su carrera universitaria en 1968 y le lanzó a un nuevo exilio en Nueva York. En esta ciudad reanudó su docencia e investigaciones históricas hasta su vuelta definitiva a España. La reminiscencia de esas vicisitudes no se reduce a un anecdotario, sino que, cediendo a su condición de historiador, el autor reflexiona sobre el sentido de unos avatares que no le son exclusivos y sobre las circunstancias nacionales e internacionales que los rodearon. La misma condición le ha llevado a reforzar sus recuerdos personales con documentos de la época, recogidos al abrirse los archivos antes cerrados a consulta. La distancia en el tiempo ha ayudado a que Nicolás Sánchez-Albornoz contemple los hechos ingratos sin concesiones, pero con una pluma no carente de ironía.