Continuidades e inercias

En términos generales, aunque desde el principio de la democracia hubo intentos por desvelar y denunciar los procesos ideológicos y políticos qué había detrás del monumento –de lo que son un ejemplo sobresaliente el libro de Daniel Sueiro El Valle de los Caídos: los secretos de la cripta franquista (1976) y, más adelante, un capítulo monográfico del conocido programa televisivo La Clave dirigido por José Luis Balbín en 1983—, tras la muerte de Franco el monumento entra paulatinamente en una fase de inercial memorial, bajando su perfil público.

A pesar de algunas protestas, las conmemoraciones emblemáticas del Valle, como pueden ser las conmemoraciones religiosas y políticas del 18 de julio (aniversario del golpe militar de 1936) o los homenajes en honor de Franco y José Antonio los días 20 de noviembre, se siguen produciendo anualmente de una manera casi normalizada, aunque progresivamente minoritaria y con un interés mediático en declive, hasta 2007, cuando la nueva Ley de Memoria Histórica prohíbe cualquier acto político en el recinto.

Hasta ese momento, independientemente de los altibajos en las celebraciones pro-franquistas en el monumento, no hay cambios reseñables en el estatus jurídico o en el régimen de funcionamiento del Valle. En un sentido político, el Valle se convierte tras la muerte del dictador en uno de los lugares predilectos para los nostálgicos del franquismo, aunque las celebraciones en la explanada y en la basílica tienen menor escala que los actos que se organizan en la Plaza de Oriente.

Paralelamente, el Valle se consolida como un recurso turístico muy cercano a la capital para visitantes nacionales y extranjeros desvinculados de los grupos de nostálgicos que lo tienen como referente político. Esta dinámica, que ya arrancó en el tardofranquismo, se consolidó con la inauguración del funicular en 1975, apenas unos meses antes de la muerte de Franco. En muchas ocasiones se visita en conjunto con otros monumentos de la zona, como el Monasterio de El Escorial, o incluso con recorridos por las ciudades cercanas de Segovia o Toledo.

En los últimos años, un nuevo tipo de visitante ha llegado al Valle, vinculado a lo que se conoce como “turismo oscuro”, una práctica también en auge. Se trata de personas o grupos de viajeros interesados en incorporar en sus planes lugares, memoriales o museos –de muchos tipos— que tienen conexión ya sea con guerras, batallas, catástrofes, violaciones de los derechos humanos o, más en general, con procesos de memoria traumática. Las visitas a cementerios famosos o donde hay personajes famosos enterrados, son un ejemplo de ello.

Otro ejemplo equiparable en España son las ruinas de Belchite, municipio zaragozano promocionado por Franco como “ciudad mártir” y dejado en ruinas, sin reconstruir, de manera ejemplarizante. Para algunos investigadores, el Valle pertenecería a la categoría de “patrimonio disonante” como parte de una “historia difícil”, es decir, a aquellos espacios patrimoniales cuyo significado es objeto de debate social y que también despiertan curiosidad turística.